Juan Lerma | Neurocientífico y director del Centro Internacional de Neurociencias Cajal

"El cerebro es una máquina de placer"

El neurocientífico Juan Lerma.

El neurocientífico Juan Lerma. / M. G.

El neurocientífico Juan Lerma (Moral de Calatrava, Ciudad Real, 1955) plantea en El cerebro y las enfermedades del alma (Espasa), junto al biólogo José Luis Rozas, uno de los grandes retos de la ciencia actual, la comprensión del alambicado cerebro: la consciencia, los recuerdos, las emociones, los sentimientos, así como el entendimiento de la esquizofrenia, la depresión o el alzhéimer, condiciones que pueden considerarse enfermedades del alma por su capacidad de borrar la esencia de la personas.

–¿Hay alguna persona cuerda?

–La mayoría sí, afortunadamente. Hay cerebros que interpretan la realidad de modo erróneo y no dan con las respuestas adecuadas; es lo que llamamos enfermedades. El cerebro es de hecho tan complicado que cabría esperar que hubiera un mayor número de personas no cuerdas.

–Tener una memoria fotográfica puede ser al mismo tiempo una bendición y una maldición, ¿no cree?

–Es tan importante aprender y recordar como olvidar. Hay mecanismos naturales para olvidar y rechazar experiencias desagradables. Ahora se lee en la prensa un auge de denuncias por pederastia; son cerebros que no han madurado correctamente. Cada vez vamos sabiendo más cómo se almacenan los recuerdos y hay indicios que apuntan a que podremos interferir en ese almacenamiento y tratar de evitar los recuerdos traumáticos.

–¿Para qué dormimos?

–No se sabe por qué ni para qué necesitamos dormir. Lo que sí sabemos es que, si no lo hacemos, enloquecemos. Dormir en fundamental para los mamíferos, no hacerlo conlleva la muerte.

–¿Para qué soñamos?

–Tampoco lo sabemos. La hipótesis es que, durante los ensueños, el cerebro recapitula lo vivido, limpia el grano de la paja, los recuerdos a corto plazo pasan a ser memoria a largo plazo.

–El filósofo inglés George Berkeley venía a decir que el sabor de la manzana no está en la manzana sino en el contacto de la fruta con el paladar. ¿Vemos los objetos como los presenta el cerebro y no como son?

–El cerebro es el que construye lo que vemos. Si un árbol se cae en un bosque donde no hay nadie, no hace ruido. Si no hay alguien que lo testifique, es como si nunca hubiera existido. El ruido son las ondas que nuestro oído percibe, que a su vez genera una actividad cerebral que interpreta como sonido.

–¿Tienen consciencia los animales?

–En cierto grado la tienen, aunque no es como la de los seres humanos. La consciencia no es sino una serie de actividades cerebrales que conllevan un procesamiento que genera una memoria, unas sensaciones y unos sentimientos. Lo que no tienen los animales es la capacidad de asociación, análisis y abstracción. Hay animales que se reconocen delante de un espejo, pero sólo el ser humano mira la luna y se pregunta qué hay al otro lado.

–Hay una cantidad de lo que se conocen como drogas de abuso o drogas recreativas que inicialmente tuvieron una función curativa. ¿Sucedió así también con el alcohol?

–En la antigüedad el alcohol se empleaba para curar, en cierto grado. Es conocida la utilidad del cannabis para algunos dolores oncológicos, aunque hay que tener cuidado. Hay gente que toma valium de modo terapéutico que puede acabar empleándolo como una droga de abuso.

–¿Cómo actúan las drogas en el cerebro?

–Usurpan el papel de las moléculas que usan las neuronas para comunicarse entre sí. Las drogas reemplazan a esas moléculas y falsean la comunicación normal, falseando la percepción de la realidad.

–Es esa realidad placentera de quien se toma una copa de vino de más...

–El cerebro es una máquina de placer. Si se enseña a un animal a apretar una palanca que active un mecanismo por el que se introduce una droga en su organismo que le genere placer, el animal no va a hacer otra cosa que apretar esa palanca. Así es el cerebro. Hacemos lo que nos gusta. Es la fuerza que ha facilitado la evolución. Si no nos gustara comer o el sexo, la especie se habría extinguido.

–¿Por qué en España se consume tantos antidepresivos y ansiolíticos siendo un país con sol y cálido?

–En España hay un consumo ligeramente mayor que en otros países, pero hay menos depresión y ansiedad que en los países fríos y sin luz, factores que afectan al funcionamiento cerebral. El cerebro tiene unos sensores de luz de los que dependen el sueño y los ritmos circadianos y, a su vez, condicionan la depresión o la ansiedad. En los países nórdicos es más común el alcoholismo, por ejemplo.

–¿Entonces por qué se consumen aquí tantos antidepresivos y ansiolíticos?

–Depende de otros factores. Tenemos más paro, más pobreza, más estrés.

–¿Por qué hay quienes toman pastillas para dormir y quienes lo hacen para no dormir?

–Es complicado. La ciencia no puede responder a eso. Como explicación explicación no científica, diría que quien toma algo para no dormir es porque tiene más cosas que hacer.

–Habla en su libro de las enfermedades que afectan al alma. ¿Qué es el alma?

–El alma entendida como el producto de la actividad cerebral, el ánima, nosotros mismos. Las enfermedades que afectan al alma son las que afectan a esa actividad, al entendimiento, al propio ser. Quien sufre alzhéimer, por ejemplo, pierde la capacidad de recordar; es como si la persona desapareciera.

–¿Superará la inteligencia artificial a la humana?

–Me parece que no. Es un tema discutido y discutible. La inteligencia artificial tiene poco de inteligente y poco de artificial. La inteligencia humana avergüenza a cualquier algoritmo que pueda crearse. Las máquinas procesan a una elevada velocidad. Es una cuestión de tiempo, pero una máquina no intuye ni analiza ni sabe.

–¿Es posible el amor a primera vista?

–En el cerebro suceden cosas que viajan a mil por hora. Lo que ocurre en una primera conversación puede provocar una atracción inmediata, a menudo relacionado con la experiencia previa. Claro que es posible el amor a primera vista, todo el mundo lo ha experimentado.

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