Cuando Borrell pidió bajar la calefacción, no se acordó de decirnos que en Sevilla nos iba a tocar cortar el aire.

El bambito invoca la alegría desde cuerpos de mujeres de todas las edades y hechuras.

A la ciudad arriban grupos para celebrar despedidas de soltero desde todas partes de España.

Si del espacio público descontamos lo que de él se usurpa, nos quedamos pegados a la pared.

¿Por qué se afana Sevilla en acoger un evento que le obliga a prevenir que nos destrocen la ciudad?.

Tengo la esperanza de que la feria del libro otoñal sea de veras nueva y a la altura de Sevilla.

Si la Feria es 'extimidad', la No-feria también comienza a serlo.

En vistas a la Feria daré algunos consejos de belleza que a mí me funcionan estupendamente.

No tener donde orinar no es responsabilidad de la gente, sino de los servicios municipales.