GANARON los dos y ambos lo hicieron ante sendos enemigos directos, frente a rivales que quieren lo mismo que los nuestros. Dio un golpe el Betis en la mesa de LaLiga y se desembarazó el Sevilla como pudo del reciente finalista de Copa, con lo que ambos encaran la cita del próximo domingo con cierta tranquilidad, no una absoluta tranquilidad, pero lo cierto es que lo hacen en condiciones de afrontar bien un derbi.

Cronológicamente hablando, lo del Betis en Mestalla fue importante, ya que el Valencia de Baraja se ha convertido en un rival parecido a lo que significa la Real Sociedad en la singladura bética. Un primer tiempo modélico bajo la batuta única de Isco y una continuación con ciertos apuros por ese penaltito que metió al Valencia en el partido. Un penaltito más de los muchos que ha recibido contra la ínfima cantidad de sólo uno cobrado a favor y que materializó Isco ante el Getafe.

Dos días después afrontaba el Sevilla la tarea de dejar antas aguas turbulentas ante un equipo que sabe a qué juega, sobre todo cuando el marcador no le impele a aventuras procelosas. Tardó en ponerse de cara el partido y ocurrió mediante una muy bella conexión Suso&En-Nesyri con golazo a la antigua usanza. Aseguró Isaac las cosas y al final maquillaban el resultado los bermellones, pero el Sevilla logró su propósito para que el pozo se alejase de su vista creo que definitivamente.

Y ahora, aunque con una diferencia considerable de puntos a favor del Betis llega el derbi con toda su carga de circunstancias. Once puntos arriba los locales, pero en la realidad de que eso no suele incidir en el discurrir de un derbi. El fútbol es un estado de ánimo y eso aparca la cruda realidad de los números, por lo que podemos prever un partido equilibrado y en el que, salvado el Sevilla del drama que ha vivido a lo largo del curso, cualquiera de los dos opta a ese premio gordo.